Había una zorra que nunca había visto un león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.
En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.
martes, 2 de diciembre de 2008
La zorra y la serpiente.
Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo. Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo. Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.
El águila y los gallos.
Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedó con todo el gallinero.
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedó con todo el gallinero.
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.
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